martes, 10 de enero de 2012

Nochebuena.

Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba detrás. En la penumbra, lo reconoció.
Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizás  permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano.
-Decidle a…-susurró el niño-. Decidle a alguien que yo estoy aquí.
Eduardo Galeano, El libro de los abrazos.