domingo, 11 de marzo de 2012

Margaret Mead.

Que yo no sea un fantasma inquieto que ronde tus pasos cuando vayan
más allá del punto donde me has dejado, de pie sobre la hierba recién crecida.
Que seas libre de tomar un camino cuyo fin no siento necesidad de conocer,
ni la ansiedad febril de estar segura de que vas adonde yo hubiera querido que fueras. 
Aquellos que encierran el futuro entre dos muros de piedras bien dispuestas
sólo echan un fantasma a andar por ellos un lóbrego camino para huesos polvorientos.
Que puedas pues partir sin remordimientos y dejar este país familiar.
Con un beso sobre mis cabellos, y todo el futuro entre tus manos.

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