lunes, 19 de diciembre de 2011

Certificado de existencia

Dijo el fulano presuntuoso: hoy en el consulado obtuve el habitual certificado de existencia, consta aquí que estoy vivo, de manera que basta de calumnias este papel soberbio, irrefutable atestigua que existo. Si me enfrento al espejo y mi rostro no está aguantaré sereno, despejado.
¿No llevo acaso en la cartera mi recién adquirido y flamante certificado de existencia?
Vivir después de todo no es tan fundamental, lo importante es que alguien debidamente autorizado certifique que uno probablemente existe.
Cuando abro el diario y leo mi propia necrología me apena que no sepan que estoy en condiciones de mostrar dondequiera y a quien sea un vigente y minucioso certificado de existencia.
Existo, luego pienso.
¿Cuántos zutanos andan por la calle creyendo que están vivos cuando en rigor carecen de genuino, irreemplazable soberano certificado de existencia?
Mario Benedetti 

2 comentarios:

  1. Antonio, de estos dos textos que he publicado últimos, no sé cual leer en el hospital. Si me pudieses ayudar a elegir y me dices cuál te gusta más, te lo agradecería.

    ResponderEliminar
  2. Hola Sara, apuesto por el de Benedetti. Pero depende de ti. Hay un ar de dificultades a la hora de leerlo. Pero lo ensayamos y verás que te sale perfecto.

    Muchas gracias por tu entrega.

    ResponderEliminar