lunes, 27 de febrero de 2012

Diógenes y el esclavo.

Diógenes solía salir con una linterna a plena luz del día, afirmando que buscaba a un hombre.
En el templo imploró caridad al sacerdote, que le dio su bendición como limosna. En el mercado, una joven le dio una moneda de cobre, mientras gastaba doce de plata en sus caprichos.
Cuando vio venir al príncipe de Salamina le pidió también limosna, pero éste lo apartó de un empujón. Entonces, un esclavo que había visto cómo trataba su amo al anciano, puso dos monedas en su mano. 
-¡He encontrado a un hombre!- exclamó Diógenes- ¡Y es un esclavo! 
La condición del hombre radica en el corazón, no en la apariencia. 
Frédéric-Edouard Plessis

1 comentario:

  1. Sara, la semana pasada, ésta y la siguiente dedicaré mis clases de Ética a las Escuelas Helenísticas...

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